sábado, 16 de mayo de 2009

Ets més caparrut que una trutja sorda (I)

El jueves pasado tuve la oportunidad de escuchar el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana en lo que se llama cariñosamente, el Petit Palau. Un cant harmoniós, era el lema de este concierto. Un lema que procede del último verso de la canción de F.j.Haydn con el que el coro cerraba este concierto: “En harmonischer Gesang war mein Lebenslauf” (Mi vida ha sido un canto armonioso). El coro estaba compuesto por tres voces por cuerda, que si bien lograban un canto armonioso, debido a la profesionalidad de cada uno de los cantantes, a mi parecer, no acababan de cuajar del todo y es por ese mismo motivo, (porque son cantantes profesionales). Desde fuera se podía reconocer cada una de las distintas voces de los integrantes del coro y eso mismo hace que el coro. Lo importante no sólo es que afinen y hagan los crecendos y diminuendos cuando toca, sino que las voces empasten, se unan para el coro tenga un color propio y con él den vida a la música.
Per
o, con esta actualización no pretendo hacer una crítica del concierto. Quería contaros una anécdota del mismo, pero primero quisiera hacer un inciso. Cuando termina una pieza es una costumbre que la gente aplauda y enseñar el grado de satisfacción que te ha producido escuchar esa obra. Pero, también es cierto que en los conciertos de música clásica, es distinto, porque una obra puede estar compuesta por diversos movimiento. Entre estos movimientos suele haber pausas o respiros, en los cuales no se debe aplaudir. Es por eso que se debe estar atento porque cuando el director baje totalmente las manos, será en ese momento cuando finalice la obra y se pueda aplaudir. Pero por lo que pude apreciar, en este concierto se desconocía este hecho.

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